-¿Por qué dices eso?-me acerqué un poco a él,
intentando que nadie pudiera escucharnos.
-Me he dado cuenta que no le quitas el ojo, y esta
tarde estabas hablando con ella. Y a ‘solas’-dijo Louis haciendo el gesto entre
comillas.
-No me gusta Lou. Sabes que no es mi tipo de
chica-le contesté mientras daba un sorbo a mi bebida. Eso hacía mi garganta
arder.
-¡MIERDA!-se oyó gritar desde la pista.- ¿ES QUE NO
TE FIJAS POR DÓNDE ANDAS?
Me levanté y fui hasta el lugar del grito. Cuando
llegué, vi que María se había chocado con Kobra, y ésta le había tirado toda la
bebida sobre su vestido.
-No es mi problema que seas una patosa-le contestó
Kobra con desprecio. María le dio el vaso a no sé quien persona.
-Eres una estúpida-le dijo a Kobra, para después
salir corriendo.
La gente continuó con lo suyo. Moviendo sus cuerpos
al compás de la rítmica música. La seguí corriendo, mientras apartaba a algunas
personas que me estorbaban y me hacían imposible verla.
En seguida supe cual era su objetivo, el cuarto de
baño. No me importaba si era de señoras. Iba a entrar de todas formas.
-¡Joder! ¡No se va!-dijo María cabreada mientras
frotaba un trozo de papel sobre su vestido.
-Deja que te ayude-le dije mientras me acercaba a
ella. Pero se echó para atrás.
-No necesito tu ayuda. Tan solo es una mancha, no el
fin del mundo-siguió frotando la macha.
-Sí seguro, y por eso estás así de malhumorada-le
dije riendo.
-Harry no estoy para bromas-su rostro cambio.
Después de eso salió por la puerta, la seguí.
La veía avanzar con dificultad entre la multitud.
-Confía en mí-le dije mientras le agarraba por el
brazo. Ella desvió la mirada hasta donde mi mano cogía su brazo y después la
posó sobre mis ojos. Asintió con la cabeza.
Caminábamos entre la multitud de la gente como
podíamos. Aun seguía agarrando su brazo con mi mano.
Por fin llegamos a una especie de terraza. Una zona
para la gente que quería estar un poco alejados de la música, pudiera disfrutar
y de paso fumarse algún que otro cigarro.
-Pensé que nunca sería capaz de salir de ahí. ¿Cómo
puede ser que hubiera tanta gente?-dijo María mientras se soltaba de mi mano y
se dirigía hasta la barandilla, la cual ofrecía unas espectaculares vistas de
la hermosa ciudad de Londres.
-Ya te dije que confiaras en mí-le respondí con una
sonrisa de oreja a oreja. Pero ella se limito a mirar al frente.- María, siento
lo de esta tarde. No debería haberte preguntado eso.
-Al fin lo reconoces-dijo posando su mirada en mí.-
En fin, no pasa nada. He conocido a muchos tíos como tú.
-No lo creo-dije mientras apoyaba mis manos sobre la
fría barandilla.
-Créeme. Muchos-me respondió con una sonrisa.- Y
dime, ¿realmente eres así?, digo, ¿te comportas de esta manera tan caballerosa
cuando no hay cámaras por delante?
-Siempre he sido así. No he cambiado-me limité a
responder.
-¿Y te comportas así con todas?-preguntó de repente.
Su pregunta me desconcertó. ¿Había sospechado algo? ¿Qué estaba haciendo mal?
Iba a responderle, pero oí como mi nombre era dicho
al final de la terraza, y unos movimientos sensuales se acercaban. Era Kobra.
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