PVO María:
Me estaba empezando a irritar las numerosas
preguntas de Harry, y sus contestaciones sin sentido alguno.
-¿Por qué tardáis tanto?-se acercó Rocío hasta
nosotros.
-Nada. Llama a los demás para que vengan. El camarero
ya me ha dado la cuenta-le respondí, mientras me ponía en pie y comenzaba a
andar hacia fuera del restaurante.
Después de terminar de pagar, los chicos nos
acompañaron hasta casa, ya que se había hecho bastante tarde.
-Buenas noches chicas-se despidió Liam, saludando
desde la ventanilla del copiloto.
-Buenas noches chicos-respondimos las tres al
unísono.
Al entrar en casa, ninguna dijo palabra alguna.
Estábamos muy cansadas, y lo único que queríamos era irnos a nuestras
habitaciones. Y así hicimos. Al llegar a mi habitación, fui directamente a
ponerme el pijama y lavarme la cara y dientes. Cuando salí, pude ver que tenía
un mensaje nuevo.
‘¿Qué
te parece si quedamos mañana para comer? Conozco un buen sitio que te
encantará. Ventura xx.’
‘Claro.
Estaré lista sobre las 13:00. Buenas noches Ventura’-le respondí con otro
mensaje de texto.
Después de enviárselo, me metí directamente en la
cama. Estaba agotada.
PVO Bea:
No podía dormir. Había tenido una horrible
pesadilla, y desde entonces no había conseguido pegar ojo. Miré el reloj.
Todavía era muy temprano. Pero me aburría dar vueltas de un lado para otro en
la cama, a si que baje hasta el salón. En él me encontré a María, sentada en
uno de los sofás con el portátil.
-Buenos días-le saludé con una dulce sonrisa.
-Has madrugado-dijo, mientras dejaba el portátil
sobre la mesa.- He estado mirando el correo, y tenía bastantes mensajes-se
levantó.
-Yo también lo mire el otro día, y tenía bastantes.
¿Vamos a preparar el desayuno?-le pregunté, ella asintió y nos dirigimos a la
cocina a preparar algunas que otras tortitas.
Después de 10 minutos preparando el desayuno y la
mesa, entró por la puerta Rocío. No sabía cómo lo hacía, pero siempre se
escaqueaba de preparar el desayuno, aunque no se libraba de fregar los platos.
-Por cierto-dijo Rocío con algunos cereales en la
boca.- Antes me ha llamado Liam, y me ha dicho que los chicos nos invitan a una
barbacoa en su casa junto con Chelsea y Valentine.
-¿A si? Pues perfecto-respondió Bea, con una gran
sonrisa.
-Yo no puedo chicas-dijo María, mientras se
levantaba de la mesa.- He quedado con Ventura para comer. Ayer me envió un
mensaje, y le dije sí. Pero si terminamos temprano, ya os llamo.
-Tranquila. No pasa nada. Si terminas pronto,
llámanos, ¿vale?-dijo Rocío, mientras María asentía.
Continuamos el desayuno en silencio, hasta que el
timbre de casa sonó. Era Ventura.
-María, Ventura te está esperando-le grité desde la
entrada. A continuación se oyeron unos pasos correr rápidamente por la
escalera.
-Bueno chicas, ya lo sabéis. Si acabo temprano os
llamo-ambas asentimos, mientras veíamos como ambos se alejaban.
PVO Rocío:
Después de que María se fuera, nosotras también
fuimos a arreglarnos. Yo me puse esto, y Bea esto otro, que según me había
dicho se lo había comprado para estas vacaciones en Londres.
Los chicos no podían pasar a recogernos, ya que
estaban ocupados, y Liam me envió un mensaje con la dirección en la que se
encontraba la casa. La que conducía era yo, ya que era la única de las tres que
tenía el carnet de conducir.
-¿Qué te parece lo de María y Ventura?-pregunté con
una sonrisilla, mientras le daba un bocado a una regaliz roja. Ya que minutos
antes habíamos parado en una tienda de chuches.
-Pues bien. Tan solo son amigos, no creo que sean
nada más. Sabes que Ventura está saliendo con Kobra, y María no es de esas
chicas capaces de interponerse entre una relación-me contestó Bea, sin desviar
la mirada de la carretera.
-Tienes razón-dije, mientras daba una pequeña
carcajada.
Después de dar varias vueltas, y preguntar a alguna
que otra persona por la calle. Al fin llegamos, a casa de los chicos.
-Pasad chicas-dijo Valentine, que al parecer ya se
encontraba con los chicos.
El interior de la casa era precioso, todo estaba muy
bien colocado y decorado. Y tenía mucha luminosidad, con grandes ventanales
para que entrara la luz del sol. Sin duda preciosa.
-¡HOLA CHICAS!-gritó Niall desde el salón, mientras
meneaba la mano en el aire indicándonos donde se encontraba.
-¡HOLA RUBIO!-grité, acercándome corriendo hasta el
salón.
Cuando entramos en él, nos encontremos a Niall
viendo la televisión y a Louis y Valentine acaramelados en el sofá.
-¿Y los demás?-preguntó Bea, mientras dejaba el
bolso sobre una de las sillas.
-Han ido a comprar lo que faltaba-respondió Louis
con una gran sonrisa.- ¿Y María?
-María ha quedado para comer con Ventura-dije,
mientras me sentaba de mala forma al lado de Niall.
-Y en cuanto termine nos llamará-continuó Bea.
En ese momento apareció por la puerta Harry. No
tenía buena cara. Se fue directamente al jardín trasero, sin apenas saludarnos.
-¿Y a este que le pasa?-preguntó Bea, mientras
observaba como se alejaba.
-Ni idea-se encogió de hombros Niall.- Últimamente
está muy raro.
-Bueno, ya se le pasará-dije.
En seguida vinieron los chicos de comprar las cosas
que faltaban y nos pusimos a hacer la comida. Todo era un sinfín de risas, no
podía aguantar con las bromas de Niall y Louis. Me dolía la cara de tanto
reírme.
PVO María:
Ventura me llevó hasta un restaurante que quedaba un
poco lejos de casa, y como había dicho él, hacían uno de los mejores platos de
lasaña del mundo.
-¿Y eso que no estás con Kobra?-me atreví a
preguntarle, mientras él alzó rápidamente la vista de su plato.
-Verás…-comenzó a decir nervioso.- No estamos
pasando por buenos momentos-desvió la mirada al suelo.
-Lo siento. Pero ya verás como todo se soluciona
entre vosotros dos-dije con una gran sonrisa.
-Eso espero-dijo sonriendo.-Muchas gracias por todo
María.
-De nada. Es lo menos que puedo hacer. Me alegro de
haberte conocido-con las últimas palabras, pude notar como mis mejillas se
habían sonrojado levemente.
-Y yo también-dijo, mientras acercaba lentamente su
rostro al mío.
-Ventura-dije en un susurro. Podía sentir su
respiración tan cerca de mi rostro. Como aquellos fugaces ojos grisáceos,
miraban deseosos mis labios. Sabía lo que iba a hacer. ¿Estaba preparada? ¿Era
lo mejor?
Mientras que en mi cabeza se formaban miles, y miles
de preguntas, él rozó mis labios lentamente para después agarrar mi rostro
dulcemente y acercarlo más al suyo, para que nuestros labios se juntaran. Se
sentían tan cálidos al tacto.
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